miércoles, 24 de agosto de 2011

HABEMUS PAPAM

Aunque no te lo creas, quería estarme callada. Entre otras cosas, porque hay de por medio una cuestión de fe. Y las cuestiones de fe son sagradas. Como debieran ser sagradas la confianza y credulidad de tantos feligreses.
Yo no es que esté en desacuerdo con esta nueva visita del Papa, porque el Papa, al igual que cualquier hijo de vecino, tiene derecho a pasear por donde le dé la gana; lo que yo le discuto es el boato y la palabrería.

Me han contado un chiste: en un viaje a África,  el Papa se interesa por todos esos niños que le rodean delgados y barrigudos. -¿Por qué están así?, pregunta. –No comen, Santo Padre. Y el Santo Padre, pellizcando con amor la mejilla de uno de los niños, le amonesta cariñosamente: -Hay que comer, pequeño. Hay que comer.
¿Pero es sólo un chiste?

No emplearé el recurso fácil de apelar al hambre en Somalia o en tantos otros países. Ni hurgaré en el pésimo ejemplo que han dado algunos representantes (demasiados, diría yo) de la Santa Madre Iglesia,  me limitaré a hablar, egoístamente, de la crisis que tenemos aquí, de la cantidad de gente que no tiene trabajo, que se ha quedado sin casa porque no ha saciado la usura  irresponsable de los bancos, de los jóvenes y no tan jóvenes indignados, que se manifestaban hasta hace bien poco, por ahí por donde usted ha pasado, pidiendo mejor reparto, más justicia y equidad. Pero, ¿en qué mundo vive, excelencia, eminencia (o como quiera que haya qué llamarle)? ¿Es que no se entera? ¿Cómo se pone en manos de una serie de papanatas que por encima de todo “le regalan los oídos” y lo llevan “engañao” , caiga quien caiga? ¿A qué viene tanto lujo y tanta ostentación? ¿Acaso se ha creído lo que nos dicen los que nos toman el pelo, de que es usted el Rey Midas y que convierte en oro todo lo que toca y que esos muchachos que han acudido de todo el mundo para verlo, por cuatro chavos (usted no debe saber lo qué cuesta ir un fin de semana a Madrid, si no eres de acción católica, a tenedor y cuchillo), han comprado algo más que unas estampitas alegóricas y un botellín de agua?  
No voy a seguir por ahí, porque se trata de ser, además de objetiva,  lo más escueta y gráfica posible, sin montar en cólera. Y voy a comparar aunque se diga que las comparaciones son odiosas.



Jesús entró en Jerusalén a lomos de un burro y a pecho descubierto; no en un “papamóvil”, modelo único (burros hay un montón) equipado con aire acondicionado (no veas el calor que hacía en Madrid), total seguridad y marca Mercedes (para más inri).


La puesta en escena fue espectacular. Un 10 por la coreografía. Otro, por el  vestuario; que los colores de las casullas estaban muy bien conjugados. (Cuando predicaba, ¿qué modelito lucía Jesús?)




 Los llamativos zapatos rojos de Prada, han sido muy controvertidos. (¿Alguna coincidencia con las tópicas y humildes sandalias de San Pedro  Pescador?)

Y hablando de predicar, pesquemos unas cuantas frases del sucesor del Vicario de Cristo, en las homilías de este evento:


…Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1Co 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza. Sic
…Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él. Sic


Cuando yo era practicante, siempre se me había afirmado que Dios estaba en todas partes. Y que se le puede servir desde cualquier lugar. Jeremías también apuntaba por ahí:

Jeremías 23:24 ¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?

O yo lo he entendido mal, o la prédica del actual heredero de San Pedro, centraliza las “operaciones”.
¡Cielo Santo! No me tires de la lengua… Dejémoslo aquí.

¡Un momento! Antes, deseo recordar a algunas personas que han coexistido contigo y conmigo, que no son discutibles:
Angelo Giuseppe Roncalli (Juan XXIII), Agnes Gonxha Bojaxhiu (Teresa de Calcuta), Vicente Ferrer Moncho… Y los que yo no sé.
También permíteme que te deje un poema, todavía actual, de Girolamo Savonarola (1452-1498) religioso dominico, excomulgado y llevado a la hoguera por la Inquisición.
Dios
  !
Dicen que no comprendo tu existencia
que el fuego de réprobos me quema;
y que mi lengua sin cesar blasfema
y que no entiendo la palabra Dios
.
Dicen que no te busco ni te imploro,
ni tu grandeza infinita veo;
dicen que tengo el corazón de ateo
y que mis labios te maldicen. ¡No!
El universo es el augusto templo
donde te encuentra absorta la mirada,
el sol es una lámpara colgada
que derrama su luz sobre tu altar.
Allí te adoro yo, porque tu nombre
entre los astros fulgurantes, brilla,
y en espíritu doblo la rodilla
adorando en silencio tu bondad.
El aire que la atmósfera embalsama,
la savia que los seres acrecienta
y el fuego de los mundos alimenta,
tu excelso nombre proclamando están.
Eres la voluntad inquebrantable,
el Bien Eterno, la Virtud Potente:
de la Verdad inagotable fuente
porque eres la Razón Universal.
En su mezquina estupidez el hombre
se forja un Dios, indigno de alabanza
ebrio de odio, cólera y venganza,
terrible y sanguinario como él
Otras veces se finge, en su locura
un Dios afeminado que se esconde,
que a la voz del creyente no responde
si en su altar no hay encajes de oropel.
Eso, no es Dios ¡El Dios en quien yo creo
tener no puede el interés del oro!
el Dios, el Dios a quien yo adoro
no cambia sus bondades por metal
.
Su Espíritu Gigante no se oculta
en el recinto estrecho de un sagrario;
el Universo entero es su Santuario
porque es la Providencia Universal.
Interna voz, Inagotable fuente
Fecunda Luz Vivificante Esencia,
la base de su templo es la conciencia,
y su Gran Sacerdote es el Amor.
Yo se que existes ¡Inmutable! ¡Grande!
yo en tus bondades infinitas creo,
porque en la tierra y en los cielos veo
resplandecer esta palabra: ¡Dios!

Y aun una cosa más: Perdónalos, Señor, porque no saben lo que se hacen. Lucas 23, 34