El Lazarillo de Tormes, visto por Goya
|
Se podría
decir que nos hemos sentido tan a gusto con ellos, que hemos sido incapaces de desterrar
de nuestra propia idiosincrasia a El Lazarillo de Tormes, a Rinconete y Cortadillo o a El Buscón, entre
otros muchos personajes de nuestras obras clásicas del género, olvidando lo que
personificaban en su tiempo y en lo que son hoy para la literatura.
pícaro, ra.
2. adj. Astuto, taimado. U. t. c. s.
5. m. y f. Persona de baja
condición, astuta, ingeniosa y de mal vivir, protagonista de un género
literario surgido en España.
Real Academia Española © Todos
los derechos reservados
¿Qué
importa lo que diga la Real Academia de la Lengua?
Nosotros
nos quedamos con la acepción 5, y completándola a nuestra medida.
Para
nosotros un pícaro es un tío listo, por no decir inteligente, con recursos
suficientes para sobrevivir e incluso destacar, en un mundo de escasas
oportunidades si no se es poderoso. Y además es un tipo simpático que suele
caer bien. No sabe parar, pero sí esquivar y “colar goles”. (“Colar un gol” a
alguien importante, es una hazaña sagaz y prestigiosa. “Colárselo” a un
congénere, es un caso de agudeza comercial y, por supuesto, también digna de
aplauso).
Requisito
importante: el avispado no puede pertenecer a la élite. Cuando se le imputa a lo que consideramos clase alta
(monarcas, jefes de estado, ministros, empresarios, industriales, millonarios,
líderes religiosos y otras escalas sociales relevantes), estamos hablando de
auténticos sinvergüenzas, de depravados chupópteros que medran gracias al empobrecimiento y sufrimientos de los demás, los llamados normalmente clase
trabajadora, aunque no trabaje o estudie o haga chapuzas.
La cosa
llega a ser tan enrevesada y competitiva, que existen timos históricos como el
tocomocho, en el que el estafador es estafado, o a la inversa.
Hay muchas
amas de casa que se han dado de alta como empleadas del hogar autónomas, para poder
percibir una jubilación el día de mañana. Y conozco a personas que no han
cotizado en su vida porque "su actividad" no tiene registro laboral.
Lógicamente,
si el director al acabar el año, agradece mis servicios con un sobrecito que
contiene un buen aguinaldo, para escaquear impuestos suyos y míos, lo acepto
encantada. E incluso le doy las gracias.
Por
supuesto, cualquier apaño que contrate, si me ahorro el IVA, lo agradezco un
montón.
Y, si un
día tengo pasta, espero que me des las señas de un seguro y hermético paraíso
fiscal.
Mucha gente
me ha dicho:
-Si puedo
dejar de declarar algo al fisco, lo hago, claro que sí. Ellos me están robando
todo lo que pueden. Y ahora con los recortes, más que más.
Los fines
de semana y en las épocas vacacionales en general, no recibo prácticamente correo electrónico. La razón es clara: los
envíos se hacen desde el lugar de trabajo, no desde el domicilio de uno.
En casa de
mi colega Pepa, no faltan paquetes de folios que trae de la empresa donde
presta sus servicios.
Los amigos
entregamos nuestros documentos importantes a Manolo, para que los fotocopie en
la oficina.
Esto que
digo no es nada nuevo. Me consta que entre todos podríamos poner un montón de
ejemplos. Y solemos defendernos diciendo que los mandamases aun nos quitan más.
También hay
otra vertiente para justificarnos: el temor a perder el curro. Yo he estado
firmando nóminas de auxiliar administrativa en mi vida laboral para terceros, cuando
jamás he desarrollado semejante tarea.
Desde hace
años este país, seguro, ha sido el que ha sumado más auxiliares de cualquier oficio
o beneficio, llevando a cabo una tarea superior. Aparentemente, en los negocios españoles no han
habido directivos, ni jefes, ni licenciados, ni expertos, ni “seniors” de nada...
El motivo salta a la vista, cuanto más baja sea tu categoría laboral, menos se
paga por ti al estado.
Dentro del
género, asimismo nos complace hacernos pasar por personas más relevantes de lo
que somos, por aquello de ver si pescamos algún privilegio o nos admiten en
círculos destacados o nos sacamos de encima alguna intromisión indeseable.
Al respecto
recuerdo a mi director, que conducía un costoso automóvil de importación cuando
un guardia civil intentó desviarlo de su ruta a la espera de una comitiva.
-Usted no sabe
quién soy yo-, le exhortó mi superior,
pensando que podría colarse con los otros.
-No
–respondió el miembro de la benemérita. –Pero voy a saberlo. ¡Documentación!
Vamos a
ver, por ejemplo, ¿quién es el guapo que no ha facilitado los trámites a un
pariente o un recomendado, rechazando a otro que reunía más cualidades para un
cometido concreto? ¿A eso no se le llama tráfico de influencias, oficialmente?
¿Qué cabe
esperar de un pueblo con dichos tan explícitos como hecha la ley hecha la trampa o las leyes fueron hechas para ser incumplidas o bravuconadas del
tipo usted no sabe quien soy yo?
¿A caso
podrías imaginarte siquiera a noruegos, suecos, finlandeses u otros pobladores
de esos civilizados países nórdicos escurriendo el bulto pícaramente, regidos
por semejantes premisas? ¿Te figuras a un miembro destacado del gobierno, del
senado, de las cortes, de lo que sea de nuestra tierra patria, dimitiendo por
vergüenza ante su mala gestión o su pecado? ¿A qué resulta inconcebible?
Y nos
plantamos aquí, ante un auténtico círculo vicioso: qué fue primero, ¿el huevo o
la gallina?
Cuando
ellos cambien, cambiaremos nosotros. Cuando nosotros cambiemos, cambiaran
ellos.
Cada nación tiene el gobierno que se merece. (Joseph de Maistre)
Esta nación, además de merecérselo, tiene el gobierno que ha elegido. (Maya López Viu)
PD Que sí, que sí. Que también tenemos alguna cosa buena: el vinito, el jamón de jabugo, la tortilla de patata, el gazpacho, el pa i tomaquet, la paella y esa especie de galletica tan dulce y sabrosa llamada pedo de monja.
Ay…,
picarón, picarón.